jueves, 9 de febrero de 2017

EL LAPICERO.

LA FÁBRICA DE CUENTOS Y POESÍA.

PRESENTA:

Un texto original de Luis Miguel Domingo

EL LAPICERO

La suerte solía tocar misteriosamente siempre las mismas puertas, normalmente la de esas personas, que parecen hormigas trabajando en medio de un inconsciente caos social.
La vida parecía hablar a través de esa gente, que te encuentras por la calle día a día, con sus emociones mal entendidas, con sus pasiones mal orientadas, con sus miedos muy poco trabajados, o hasta incluso con sus ilusiones perdidas...

No es que la gente fuese agresiva, sino que su conducta obedecía a un programa neuroilógico, de la misma forma que un animal obedece a sus impulsos. Por eso es que la inteligencia sirve de poco cuando no esta unida a la comprensión.

Los Impulsos eléctricos, crean campos de fuerza, o campos electromagnéticos, originando la energía protectora, de nuestro planeta, desde lo más profundo de su corazón. Impregnando el aroma del proceso de la vida, que nos va dictando una vocecita en nuestro interior.

La energía microscópica que da soporte a la física, vibra como un insecto en una telaraña para escapar de la muerte. Una muerte que siempre encuentra un nuevo camino hacia la vida.
El mundo del lapicero, era un mundo sencillo, siempre trabajando para otro, por las ideas de otro y gastándose en su mas inmensa felicidad sólo cuando comprendía quien era. Sólo cuando sentía que era el canalizador de las letras, el instrumento por el que su dueño se valía para dar forma a lo que no existía hasta que él, el lapicero se ponía en marcha, y en el camino que iba recorriendo dejaba su huella. Una huella sólo visible cuando hay luz, una huella sólo visible cuando se dibuja sobre un plano de colores claros.

Pues la marca del grafito, teñía de negro una fina linea por allí por donde pasaba. Era como la marca de un caracol, el recuerdo de una persona, o la linea del horizonte que marca donde la visión se acaba.

El canalizador del tiempo, no era más que una roca, una piedra transformada, encerrada en un pedazo hueco de madera, para proteger su débil alma. así como las personas no somos más que un instrumento biológico, un lapicero del universo para escribir en el libro de cada vida, mientras se nos va gastando por dentro la mina de grafito, mientras se nos va gastando por dentro la ilusión, el alma, mientras se nos va gastando por dentro la vida, nuestra dueña para quien trabajamos cada día, consumiendo las paginas en las que escribimos con nuestra conducta y dejamos bien redactado con nuestras obras, quienes fuimos, que hicimos, y sobre todo para que jugamos, para que actuamos, luchamos y bailamos, en este cuento que se escribe en la vida a través de nosotr@s...

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