viernes, 3 de febrero de 2017


 PRISIONERO DE TU DINERO.

2 de enero 2017·Publicación facebook

LA FÁBRICA DE CUENTOS Y POESÍA

PRESENTA:

Un texto original de Luis Miguel Domingo:
...
 PRISIONERO DE TU DINERO

El agua quedaba atrapada durante la noche por el oscuro frio invernal, millones de gotas colgaban en pequeños rincones o plantas por toda la ciudad.
Las telarañas se hacían visibles como finos hilos de algodón blanco que dejaban ver la extraña casa de esos seres llamados arácnidos.

Respecto a los arácnidos de dos piernas que hacen telares con cemento hierro y otros materiales el frio que llegaba desde el cosmos se metia tan adentro de sus hogares como la falta de humanidad que repuebla de "pinos y encinas" nuestras cementosas ciudades.
La primera opinión que sientes y nunca dices es aquella que ves manifestarse en ese tipo de personas que han enfermado por obedecer a su adictivo cerebro.

Ese cerebro que la vida nos regalo a todos para autocontrolar lo que somos.
Ese cerebro, universo paralelo al cosmos, donde se mantiene enganchada la vida gratis como quien se engancha de forma ilegal a un registro de luz. Para al final seguir sin poder ver nada.
Ese cerebro al que obedeces como un zombie sin dar tiempo al Amor que mantiene mediante la fuerza de la gravedad unidos a los ingredientes de la vida, dando vueltas al tiempo como una rueda lo hace sobre un camino cualquiera.

La empatia estaba de moda, el planeta azul se había globalizado y la gente consumía sus días festivos intercambiando el esfuerzo de su trabajo por cosas totalmente carentes de valor para ellos mismos. Pues siempre el pensamiento del que dirán era el motor con el que se impulsaban estos veleros faltos de aire. Llamados humanos.

Entre las nueve de la mañana y las veintidós horas la densa masa de carne y huesos que forma el superorganismo humano se mantenía en un movimiento firme y constante que de forma rutinaria bañaba un cuerpo celeste perdido entre el espacio y el tiempo llamado Tierra.

Quien no podía comprar entre las 9:00 y las 22:00 entre lunes y sábado no era un problema, había mucha parte de la masa humana que disponía de pensamientos positivos para dar su tiempo a cambio del necesario dinero, trabajando festivos y fines de semana.

Los curritos del día a día eran quienes solían pagarlo. Pero claro en un mundo que tiene que irse hinchando de mentiras para que funcione, pues no queda más que aceptar que la riqueza de unos pocos existe por la pobreza de muchos otros millones.
¿O a caso lo vas a cambiar tú?- Le preguntaba uno a otro.

La hacienda publica y otras entidades que se supone deberían repartir la riqueza social en ayudas a gente pobre, no era suficiente y todo porque algún estúpido y avaro deshumano, no quería facilitar el nacimiento y reproducción artesanal de los pequeños empresarios.

Era mejor que humildes voluntarios llevaran café o mantas a los primates de nuestra misma especie que siguen en nuestras calles pasando frio hambre y consumiendo drogas a veces. Porque aunque están prohibidas. Las drogas son esas prostitutas emocionales que siempre llegan para ponerse la medallita de "Te he salvado".

Para otros la desgracia se llamaba muy elegantemente POBREZA ENERGÉTICA, mientras otros homínidos de la especie sapiens, derrochaban el dinero en festivos y fines de semana, desterrando de nuestros sentimientos a la pobreza intelectual, espiritual o social...

Yo opinaba que en realidad esto era como la religión:
- La empresa imponía a sus trabajadores un dogma de fe que ni ellos mismos eran capaces de creer o cumplir.-

Aunque es cierto que como siempre sucede nadie cumple sus promesas, y la justicia aunque lo ve tiene la ingratitud de mirar hacia otro lado, creando así un mundo de seres que corren por la vida como un pollo sin cabeza. Discutiendo con quienes quieren o no quieren, peleando entre conductores humildes de la existencia, odiando a la persona que tienen enfrente que no es más que un reflejo de lo que somos nosotr@s mism@s.

Así fue como empece a llevar un espejo de bolsillo, que sacaba en cada situación conflictiva, pues de esta forma sin yo tener que hacer nada. Sólo mostrando ese espejo a quien me agredía de alguna forma en este laberinto existencial, le hacia comprender que en realidad todo cuanto me decía se lo decía en verdad a él mismo.

Había comprendido por fin que la curación cuántica se manifiesta con cada silencio, que mantiene en paz al profundo abismo que mantiene unida nuestra pequeña caja de sentimientos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario