martes, 12 de diciembre de 2017

LA FÁBRICA DE CUENTOS Y POESÍA

PRESENTA:

Un texto original de: Luis Miguel Domingo Santiago


EL SOLDADO DE LAS LETRAS



La mañana caía como la metralla en cualquier guerra. El frio de trinchera era como el hambre de siete días. No había compasión en el corazón de los insectos, del mismo modo que tampoco lo hay en muchos cerebros.

La guerra dialéctica sumía al enemigo en el más profundo cargo de conciencia, soportando el peso emocional de la mochila en la que cada soldado transporta lo necesario para la supervivencia.

El Amor a los enemigos es una maravillosa guerra contra uno mismo. Y es entonces cuando comienza la auténtica batalla, es entonces cuando sientes el impulso agresivo de tu estúpido cerebro, es entonces cuando mientes y te escondes.

El filtro por el que se cuela la realidad, es una telaraña biológica, capaz de manipular la conciencia, de hacer confundir al corazón y destruir la inteligencia.

Las supersticiones, los sistemas de creencias, la ignorancia y la prepotencia, eran el arsenal químico con que me atacaban las neuronas en mi propia cabeza.

Las ideas negativas para mi sistema, se habían blindado, me habían dado un golpe de estado y emocionalmente me habían dejado descolocado.

El poder de la mente era como la fuerza oscura del universo que lucha contra la fuerza de la gravedad manteniendo a flote cada cuerpo celeste que navega por el espacio tiempo. Como si fuésemos esos cuerpos celestes nosotros. Caminando desde la muerte a la vida y al mas allá. Traspasando la barrera del tiempo, traspasando la velocidad de la luz, traspasando nuestra propia muerte, y traspasando nuestras intenciones.

El escudo de letras, forjado con palabras, era a la vez una espada literaria con la que a través del conocimiento un soldado cualquiera, podía enfrentarse al más astuto caballero.
Cada ataque siempre era una defensa, pues el peor enemigo no es nunca al que ves venir.

El soldado de las letras afilaba cada mañana su cerebro, por ser su mejor arma, limpiaba de malas palabras su boca, por ser su mayor punto débil, afinaba la vibración de su motor interior, y enjuagaba de cariño sus manos. Pues antes de soldado, uno es ante todo persona.

Los conflictos se enriquecen con la gente, y así enriquecidos, los problemas van como tanques pasando por encima de todo. Se convierten en virus y su mediocre y estúpido cerebro de virus semi inteligente se transforma en una bomba a punto de estallar contra si misma.

Según avanzaba la guerra, todo iba quedando gris y desértico, no importa lo que alguien defiende, sólo importaba ya lo que iba quedando atrás. Para volver a comenzar.

Un soldado es aquel que se lava con palabras, se alimenta con sueños, y se refugia en sus esperanzas, esperando que el enemigo retroceda, o atacarlo en el preciso momento en que debe hacerlo, pues la defensa no violenta, es siempre la mejor baza, en este juego de cartas, en el que todos sufrimos altas y bajas.

El enfrentamiento con palabras, debe ser siempre una guerra moderada, una batalla civilizada, un comprensivo sistema de riqueza no robotizada.

La vida nunca descansa, un soldado de letras, de palabras, no es aquel que habla mucho, si no quien escribe con su actitud cada día en el diario de sus propias batallas.


Un soldado literario, un soldado de papel y grafito, un soldado de papel piedra.


2 comentarios:

  1. Muy intenso. Me gusta muchísimo. un abrazo Soldado de las letras

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